Los sistemas de extinción de incendios por gases son sistemas limpios que no provocan residuos a la hora de extinguirlo, sin provocar daños en los materiales, instrumentación, equipos eléctricos y electrónicos. En los últimos años los sistemas de extinción de incendios por gases han evolucionado habiéndose eliminado el uso del halón como agente extintor sobre todo y reemplazándolo por agentes gaseosos limpios que cumplen con el protocolo de Kioto.
Existen diferentes tipos de agentes gaseosos extintores de incendio, los cuales se seleccionarán según la naturaleza del incendio y la posibilidad de existencia de personal en el riesgo a proteger.
Este método de detección a través de agentes gaseosos se utiliza como alternativa a aquellos sistemas más tradicionales como los de agua o espuma. La acción que lleva a cabo es la evacuación de oxígeno para frenar el incendio, ya que cuando se produce una concentración menos del 21% de este elemento en el aire, se evita la combustión.
La reducción en la concentración inicial de oxígeno es un factor muy a tener en cuenta en zonas donde haya circulación de personas o habitualmente estén ocupadas. Por ello, la exposición innecesaria del personal debe ser evitada. Esto se consigue, normalmente, instalando alarmas acústicas (sirenas, avisadores, etc.) o alarmas ópticas (letreros luminosos, flashes, etc.), así como un tiempo de retardo de la descarga (normalmente entre 10 y 60 segundos después de la actuación automática del sistema).
Está especialmente pensado para aquellos recintos o instalaciones donde las sustancias líquidas, como la espuma o el agua, pueden causar daños en los materiales que se encuentran en ese recinto (almacenes de papel, centros de control, archivos históricos…)